#LaDiferenciaPelayo: La cicatriz es bella

Por Juanma Trueba (@juanmatrueba)

Caer eliminado en los penaltis es un tipo de muerte gloriosa, especialmente cuando no hay nada que reprocharse. Perdimos como pudimos haber ganado. Prosigue el aprendizaje y la cicatriz servirá en otro momento como señal indicadora. Los colmillos se tuercen así y si algo necesitamos son ojos inyectados en sangre, afrentas que vengar. Tenemos un grupo de buenas futbolistas que ahora deben aprender a ser malvadas.

El asunto se volvió sospechoso cuando las austriacas entretuvieron el tiempo que va del final de la prórroga a los lanzamientos con bromas y risas. Sabían algo que nosotros desconocíamos. Tal vez su portera venía de detener quince penaltis seguidos en los entrenamientos, o quizá se conformaran con lo conseguido, al fin y al cabo debutaban en el torneo. La psique austriaca está muy alejada de la española. En nuestra genética está el miedo a la responsabilidad, la pesadumbre por haber dejado al azar lo que debía haber resuelto el talento. La seriedad, la presión, el qué dirán. Importa poco quien falló porque chutamos todos con esa bota. El caso es que Zinsberger, de nombre Manuela, cumplió con su misión como austriaca y como futbolista del Bayern Múnich y nos dejó en el arcén contando amapolas. Volveremos. Odiar también sirve para definir los abdominales.

Como siempre en estos casos, lo ocurrido durante el partido pertenece a un mundo paralelo que se autodestruirá en pocas horas. Diremos, para consolarnos, que España salió bien, tomó el mando y sorprendió a Austria, un equipo de mucho músculo que pretendía ahogarnos con la presión alta, como si aquello fuera a asustarnos. El comienzo fue prometedor hasta que recordamos el problema. Nos falta un pase, probablemente dos. El último o el penúltimo, según. La Selección puede ser brillante en la circulación y en la aproximación al área, pero la portería siempre nos queda demasiado lejos.

Jorge Vilda intentó solventarlo con la titularidad de Mari Paz y un reajuste en la alineación que tuvo como víctima más ilustre a Jenni Hermoso. Ganamos solidez a cambio de imaginación. Mapi León reforzó la defensa y el resultado es que nos llegaron poco, respetamos el dibujo y probamos a chutar desde fuera del área, ejercicio muy saludable. Recitamos de memoria el manual. Sin embargo, no rebajamos un centímetro la altura del muro.

La impaciencia nos llevó a colgar balones y sólo logramos entrenar a las centrales austriacas. La ansiedad nos dejó sin aire y el rival aprovechó para lucir pulmones. Volvimos a mandar y a falta de quince minutos entró al campo Jenni Hermoso. Comprendo al seleccionador español. Hay que agitar la lámpara para que el genio salga propulsado. Entiendo peor al colega austriaco. Nadine Prohaska debe ser titular siempre, por calidad, elegancia y apellido.

La prórroga no pareció mal negocio con Jenni Hermoso sobre el campo, sin apenas desgaste y con cosas que demostrar. Dependíamos de una de sus ocurrencias, sola en colaboración con Amanda. No llegó. Nos entregamos entonces Mapi León, fabulosa en el esfuerzo y reconvertida en delantera. Pero tampoco hubo suerte. Terminó el partido, finalizó la prórroga y ellas comenzaron a reír, como si esta novela se hubiera publicado antes en Austria. Volveremos, no se inquieten. Y para entonces, en lugar de la hora, miraremos la cicatriz.

Foto © Copyright RFEF

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