#LaDiferenciaPelayo: España saca brillo a su filosofía

Por Irene García (@IreneGarciRM)

España se venga de Austria (4-0) y termina el año con pleno de victorias en la fase de clasificación para el Mundial de Francia 2019.

El ambiente invitaba a la vendetta. La algarabía y la alegría con que la isla había recibido a la Selección merecía un gran final. Con un público entregado frente a una selección austríaca que nos privó de alcanzar la gloria en la pasada Eurocopa tras una agónica tanda de penaltis, el equipo que dirige Jorge Vilda recogió el guante y quiso responder con afecto tanto a la audiencia que poblaba las gradas de Son Moix como a aquellos que lo vimos desde el sofá de casa (primer partido clasificatorio que cuenta con retransmisión).

Seré breve: España jugó un partido perfecto. Me explico, las cosas se empiezan por el principio y desde atrás, bajo la maestría y la sobriedad de Marta Torrejón e Irene Paredes (hecho que ya es costumbre) España no concedió ni la más mínima oportunidad a Austria. No reconocimos a ese equipo que nos apeó de la pasada Eurocopa allá por julio porque desde Mapi a Jenni, pasando por Patri, Virginia o Alexia, no las dejaron ser ni su sombra a las austríacas. Mención especial para las mallorquinas, las cuales se lucieron con la causa y terminaron el partido con un gol cada una. Jenni Hermoso pivotó como los ángeles y firmó una actuación para poner en las escuelas. Su presencia, más allá de ser una goleadora compulsiva, ofrece infinidad de soluciones y muy pocas dudas.

Renunciar a la esencia no está en el ADN ni en los mandamientos de esta Selección, pero sin embargo, aprendida la lección y con el recuerdo y las cicatrices aún frescas, España no abusó del pase horizontal y se centró en devorar el área de Austria con un juego mucho más directo de lo habitual. Salió todo, y todo bien. ¿Por qué? Mas allá del protagonismo individual, la Selección fue una perfecta novela coral que desde el primer minuto nos invitó a presenciar un verdadero espectáculo y una plácida velada. La Roja se gustó, fue bella en la construcción, bestia en la ejecución y un vendaval que ha dejado huella en Mallorca como cualquier tormenta de verano que se precie. Sin embargo, con el recuerdo de un verano que pudo ser mejor, España se lamió las heridas y se dejó llevar por la felicidad y por una filosofía que bien engrasada da licencia para soñar a largo plazo.

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